1. Durante largo tiempo anduve considerando en mi interior muchos y diferentes asuntos, y tratando con empeño durante días de conocerme a mí mismo, qué debo hacer y qué he de evitar; de improviso me dijo una voz, no sé si mía o de otro, de fuera o de dentro (pues eso mismo es lo que principalmente quiero esclarecer); me dijo, pues, aquella voz :
Razón.– Veamos, pon que has hallado ya alguna verdad. ¿A quién la encomendarás para seguir adelante?
Agustín. –A la memoria.
R.– Pero ¿es lo bastante firme para retener bien tus pensamientos?
A.– Difícil me parece, o más bien, imposible.
R.– Luego es necesario escribir. Mas ¿qué te ocurre, que por tu salud te resistes al trabajo de escribir? Mira: estas cosas no se pueden dictar, pues requieren completa soledad.
A.– Verdad dices. Y por eso no sé qué hacer
R.– Pide fuerza y ayuda para lograrlo, y pon esa misma petición por escrito, para que escribiendo aumenten tus bríos. Después resume lo que vayas descubriendo en conclusiones breves. No te inquietes por lo que pida una masa de lectores; esto bastará para tus escasos conciudadanos. (San Agustín)

21 agosto 2016

El sueño de la razón produce moustruos






La obra es un retrato del artista, con su cabeza entre los brazos, mientras que unos búhos (símbolos de la insensatez) y unos murciélagos (símbolos de la ignorancia), lo asaltan.

El sueño de la razón de Goya 









"El buen sentido es lo que mejor repartido está entre todo el mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aun los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa, no suelen apetecer más del que ya tienen. 

En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino que más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y, por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. 

No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien "(El discurso del método de René Descartes)



Cuando ha entrado la  razón en juego. Cuando la batalla por la que lucho ya no es una batalla real sino  un burdo folletín, creado para un interés que no es el mío...

 Gélida, me siento gélida, sin compasiones; ya no te proceso ni atención ni intención .
Cambio mi conciencia interna que no sé si tiene razón, pero si  razones.

Júzgame por mis actos de animal primario en busca de  la supervivencia aunque mi intención no es inmolarte, pese a que esté haciendo algo peor.



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