Dice Teo que sus proporciones sensoriales son desproporcionadas, porque así lo bueno lo siente más que los demás a pesar que lo malo le cueste sobrellevarlo.
A Teo le gustan los huevos fritos cocidos en aceite.
Tiene mil y una manias que le cuesta confesar.
Sus formas y maneras exteriores son de un rudo caballero.
Teo me ha enseñado a transportar las sensaciones desde la cabeza a los cinco sentidos.
Revelando así la verdadera valoración de la percepción.
Junto con otras muchas cosas que no sabía, apreciaba y valoraba.
No le gusta leer, pero si que le lean. Por el desgaste de su mirar ya le hace falta anteojos pero Teo también es coqueto y presumido y se niega a la evidencia.
Según me cuenta no le gusta el bombardeo de carantoñas y besos, pero yo no estoy tan segura.
Al contraio que la que le escribe, Teo tiene un don que le dió su vida y es el de poder observar sus emociones, encontrando así la cepa de los motivos, algo que creo yo, por mucho que lo intente, no llegaré a conseguir.
Pero no sé si el es consciente que le cuesta tanto como a mí revelar su desconsuelo.
Intuyo que Teo tiene millones de cosas en la cabeza que no quiere contarme, tal vez sea por su provecho o mi beneficio y al igual que él conmigo me hago mil cábalas para descifrar.
Teo me fascina por su gran corazón y sus mil defectos extremos.
Hay una cosa que le molesta a Teo y es que cambie la letra T de lugar en su apodo.
Teo me fascina por su gran corazón y sus mil defectos extremos.
Hay una cosa que le molesta a Teo y es que cambie la letra T de lugar en su apodo.
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