Mi vecino del edificio de enfrente que vive en el piso "vigésimo quinto" me cuenta que su hija tiene dos amigas (llamadas Pili y Mili) de las cuales una de ellas (Pili) nunca está satisfecha ni contenta de lo que su querida y amada amiga (Mili) le ofrece según sus caprichos.
Que Pili le pide sus juguetes (los de Mili) para ella, en muestra de su amistad (puesto que Mili se los ofrece con todo el amor que se pueden dar las posesiones propias) en cuanto siente que son suyos propios, los tira por la ventana, sin satisfacerse de lo recibido, ni saborearlo, ni tan siquiera apreciarlo ya que Mili no espera agradecimiento, pero sí apreciación de lo entregado. Y no contenta con eso... le pide más sin ni tan siquiera disfrutar de lo despreciado y no apreciado.
No se... tal vez esta historia me recuerde a un Rey que es mal mandatario y exprime a su vulgo.
No se... tal vez esta historia me recuerde a las religiones más extremas en la que la plebe adora a un Dios rudo que toda veneración se le hace insustuancial.
No se...