
Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir «Maese La Roca», tenía una pequeña propiedad en la montaña. Sucedió cierto día que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su condolencia.Sin embargo el anciano replicó:—¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!Y hete aquí que varios días después el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte.Pero el viejo de la montaña les dijo:—¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado!Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero un día se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo:—¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!Al año siguiente se presentaron en la montaña los comisionados de «los Varas Largas». Reclutaban jóvenes fuertes para mensajeros del emperador y para llevar su litera. Al hijo del anciano, que todavía estaba impedido de la pierna, no se lo llevaron.Chunglang sonreía.
2 comentarios:
Excelente! Debemos mirar nuestros infortunios y golpes de suerte con más distancia...
Gracias Don Marcelo por pasar a esta morada
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