Agua y fuego... Blanco y negro... Sol y luna.
En las relaciones interpersonales tenemos ocasión de experimentar multitud de formas, maneras e ideas respecto a lo que nos rodea.
Distintas maneras de sufrir, recrearse, padecer, poseer, conformarse ó usar las vivencias.
Esto se observa a través de la comunicación ó convivencia con nuestros semejantes. Es mágnifica y maravillosa la infinidad de maneras de sentir y/u opinar lo mismo en cada ser (tantas como la variedad de rostros humanos).
¿ Te encontraste alguna vez con alguien cuyo pensamiento y forma era muy peculiar y diferente al tuyo, pero sin embargo habia algo en él que seducia tu juicio?. ¿Llegaste a ocasionar el mismo sentimiento?. ¿Conseguiste formar una amalgama prospera?.
Afortunada fusión, no tanto por la diversidad de nuevas experiencias y sensaciones apreciadas, sino más bien por el enriquecimiento personal.
Pero... esta "globalización" conlleva el riesgo de la autoperdida de la identidad de cada una de sus unidades, malogrando la seductora , enriquecedora y satisfactoria fusión que se engendró .
Simplificando: Tú, mí, nuestra identidad nos hace únicos, si eso te llevó a formar parte de un acervo, no te conviertas; ya que esa identidad inicial que poseias es la que te embarcó en esa unión.
Y si eso ocurriera, (la pérdida de tu naturaleza inicial) una de estas mañanas... te/ me buscaré/as... y nos habremos ido... porque nuestra esencia se esfumó.